
…” Era un día de otoño. Una niebla espesa y húmeda cubría todo, y hacia un fría de los mil diablos. La despedida fue rápida, espoleada por los empellones de mis palabras absurdas que solo te querían mantener ahí.
Estuve allí largo rato, mientras te alejabas caminando. Alcanzaste a divisar como me despojaba de todos mis sueños.
Te contemple fijamente, desesperadamente, hasta que te borraste en la bruma llorosa.
Después me quede inmóvil en aquel sitio, mirando la masa gris y opaca de la niebla. Sentía los ojos humedecidos y esa sensación de aturdimiento que suele experimentarse en el cine cuando, al final de un film apasionante, de improviso nuestros ojos solo encuentran la blancura del écran vacío...”
(Extracto, bastante modificado en su idea, pero no en su concepto, de un libro de Hugo Silva)
Dedicado: [No quiero jugar!!!]
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